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José, Víctor y Percy |
La mañana del 24 de
febrero del 2013, se vestía de intensos rayos solares, el día se mostraba muy
desafiante, pero la voluntad del espíritu aventurero que jugueteaba en el
interior de cada uno de nosotros, nos incitaba ir en busca de lo desconocido.
Luis Flores, José Yépez, Víctor Malca, Manuel Correa y Yo, emprendimos nuestra
aventura con destino hacia las Cuevas de Yonán, un lugar enigmático, que para
llegar a ellas, teníamos que caminar al filo de la muerte, entre abismos,
montículos y laderas rocosas no muy amigables.
Danzaban las 8:30
de la mañana, ya listos, para dar el primer paso en tierras de los Cupisniques,
José Yépez representante de la agencia de Viajes y Turismo Inti Qori, inició
sus charlas preventivas, dónde advirtió a
nuestra experiencia de los peligros que se podrían presentar durante el
recorrido. Una vez preparados, con equipaje en hombro, nuestro reportero gráfico
de Tembperu, Luis Flores, con la lente de su cámara inicia la grabación de esta
maravillosa experiencia.
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José, Víctor, Manuel y Percy |
Las Cuevas de
Yonán, han sido el comentario de propios y extraños, muchos lo hacían cuándo
pasaban por la carretera que conduce a la ciudad de Cajamarca; desde allí se
puede divisar tres de estas cuevas. Sin embargo, pocos han sido los que se han
atrevido a emprender un viaje al interior de ellas. Recuerdo la forma especial
de algunos amigos ancianos del valle cuando relataban las mil y una anécdotas
de este lugar, “…estaba cansado, me
detuve cerca a los petroglíficos, mientras descansaba sobre las piedras, miré
hacia las cuevas. ¡Era algo extraño! Por un instante pensé que estaba dormido y
que estaba soñando. Increíble, era mediodía de un miércoles. En el interior de
una de las cuevas brillaba intensamente una luz. Eso me lleno de mucho miedo y
a la vez de mucha curiosidad…”. _Otro de ellos contaba: “…un perol de oro gigante se esconde en sus
entrañas…”, “…siempre aparece una chica de cabellos rubios y ondulantes
semidesnuda, y pasea durante la noche sobre el puente de fierro, ella sale de
una de las cuevas y se dirige hacia el rio. Después, desaparece…”. Leyendas
plasmadas en la memoria de muchas generaciones y que hasta entonces aun siguen
siendo tema de conversación y una incógnita por revelar.
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Cuevas de Yonán -Toma carretera a Cajamarca |
Mientras la noticia
de 1987, despertaba mucha curiosidad porque se tejían comentarios como “…en ese lugar hay muchos huacos, están
colocados en andamios, y son muy bonitos…”. Los jóvenes de ese entonces
decidieron emprender la primera expedición. El físico y sus habilidades eras
sus mejores armas. Pero al llegar al lugar de los hechos se dieron con la
sorpresa que todo lo que les habían contado era mentira, sin embargo sirvió
como carnaza, y así emprenderlos en esta aventura. Pero igual, este viaje
resultó ser tan llamativo para que otras
personas con espíritu aventurero, años después decidieran embarcarse en esta
experiencia hacia lo desconocido. Personajes como Elvis Flores, Luis flores,
Julio Plasencia, Martin Montoya, Auner Hoyos, José Yépez y otros, también
desafiaron a la naturaleza y los peligros que demanda llegar a las Cuevas de
Yonán. Recordemos el 14 de abril de 1995, esta expedición condujo a doce jóvenes equipados de físico y conocimiento a
perennizar esta hazaña y plasmarla en el primer documental.
Nosotros, mucho más
motivados por las experiencias que van tejiendo nuestra historia, decidimos
conocer este lugar enigmático y revelar algunas preguntas que aun son
incógnitas de nuestros amigos del Valle.
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Asentamiento Indigena |
Los diez primeros
minutos nos premió con la visión panorámica de un asentamiento indígena, donde
se aprecian vestigios notables plantados en las laderas de los cerros frente al
puente de Yonán Viejo, que conduce hacia Trinidad. Esto es una muestra de cuán
valioso viene a ser nuestra cultura. Su exquisitez patrimonial aún perdura ante
las inclemencias de la naturaleza. El reflejo de sus vivencias se deja notar en
cada piedra antepuesta, que formó este asentamiento de nuestros pasados. En
ella, si dejamos que se recree nuestra imaginación, escucharemos el juguetear
de los niños, la hamaca y su vaivén
colgante, los hombres labrando la tierra y sus mujeres celebrando sus
actividades domésticas, haciendo tintinear el tiesto. Desde este lugar también
podemos apreciar libremente las aguas del Jequetepeque, que en su curso van
irrigando los sembríos de arrozales, árboles frutales y los famosos carrizales.
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Puente a Trinidad en el Rio Jequetepeque |
El viaje, cada vez
más nos acercaba al azul, y mientras más avanzábamos, los peligros se
agigantaban, pero eso no era impedimento para el equipo. Claro, nuestro amigo
José correa hizo un alto. Se despidió. Y decidió retornar. Su objetivo, fue
motivarnos, ya que él participó en la expedición del ‘95.
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Reportero Luis Flores |
José Yépez, trazaba
el camino al compás de un silbido, haciendo más divertida la caminata. Víctor
Malca, levantaba la mano y señalaba las lejanas montañas andinas, mientras nos
relataba sus anécdotas aventureras plasmadas en ellas. Yo, escuchaba. Luis
flores, Grababa. Y el viento impetuoso marcaba su espacio.
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Primera Cueva |
A las 10:20 de la
mañana, de forma sorpresiva en lo personal, escuché decir a José ¡Hemos
llegado!, ¡Ahí está! ¡Es la primera! _ Víctor y Luis, asombrados divisaron el
lugar y juntos caminamos en dirección de esta caverna. Ya en ella, algunos
signos negativos fluían, y eran notables cuando expresaba José que debemos
tener mucho cuidado. Nada me detuvo, avance, recorrí cada espacio y me atreví a
ingresar hasta las entrañas de este socavón. Mientras avanzaba, percibía en su
espacio una energía fuerte, que se apoderaba de toda mi energía, pero aun
persistente me profundice en ella, para saber cuál es el misterio que en ella
se esconde. Coincidíamos en opiniones. Los murciélagos alborotados, buscaban un
refugio más interior; nuestras plantas sentían un colchón suave, formado por estiércol
de estos mamíferos. Humedad, vestigios rocosos en forma de goteros. Oscuridad.
Huellas de animales se mostraban sobre el estiércol que podrían ser de puma.
Piedras lizas y estriadas hacen una bóveda pétrea, en el interior de este
collado. ¡Era la primera!. Un Robusto árbol, es el guardián.
Era la cuarta vez
que Luis visitaba este lugar, pero aun así, podía ver en su rostro reflejo de
emociones. Sus opiniones variantes a sus primeras visitas. Las coincidencias de
algunas formas que aún conservaba la naturaleza, era una muestra exacta de sus
observaciones, generando temas de una buena conversación. Mientras la lente de
su cámara, grababa todo el
acontecimiento.
Víctor Malca,
experimentado guía turístico conocido como Puka Inti (Sol Rojo), por su
experiencia, nos recomendaba minuciosamente como internarnos en la cueva. Dónde
pisar, que piedras no mover, y sobre todo mantener el estado de ánimo fuerte.
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Tomando Apuntes |
José, tomaba los
apuntes respectivos. Hacía algunos cálculos de medición y ritualizaba en voz
baja para alejar la energía negativa.
Muy asombrado, ya
en el interior, con linterna en mano, iba hablando fuertemente de todo lo que
apreciaba a mi paso, y así facilitar a José para que tome nota.
Fotografías innumerables
iban plasmando éste misterioso lugar, la idea de todo el equipo es mostrar al
mundo cuán maravilloso es nuestro Tembladera, y cuánta riqueza de gran
importancia forma nuestro patrimonio Cultural.
Seguimos en nuestro
recorrido y después de treinta minutos más, llegamos a la Cueva Principal, es
increíble poder describirla. Reposé un momento sobre las rocas de su entorno. A
mi lado un cactus, al cual Luis llamaba, “eras
pequeñito…”. Nos detuvimos. Más fotografías, más apuntes, más mediciones,
más cálculos, más comentarios. Ya sobre ella, José preparaba su espacio sagrado,
para realizar un ritual, en el que ofrecía a los APUS el respecto, cuidado y
preservación de sus espacios, a cambio de brindarnos el ingreso a su interior y
así poder extraer toda la información necesaria. Cigarrillos Inka, Agua
Florida, Aguardiante, Hoja de Coca y algunos caramelos eran los ingredientes
sagrados que ofrecía José, al collado.
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Preparando el Ritual |
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Segunda Cueva |
Se inició el
ritual, tal como lo practicaban nuestros antepasados del Perú Milenario. Se
inició el rescate de una de sus más valiosas costumbres, dónde se imploraba a
la naturaleza, a derramar el poder divino sobre su pueblo. Palabras que
identificaban nuestro idioma ancestral, hacían eco profundo en la colina.
Chacchando coca, bebiendo aguardiente, pulverizando agua florida, y fumando un
cigarrillo; armábamos los ánimos, para después hacer nuestro ingreso una vez
más hacia el interior de esta cueva madre. Nuestro descenso era impedido por
arbustos espinosos, y las desprendidas piedras nos ponían en serios aprietos.
El equipo de filmación se hacía pesado, los pies jugueteaban en el escabroso
paso. Con pensamientos positivos y seguros de haber realizado un buen ritual,
el cual nos protegería de toda adversidad, decidimos ingresar en ella. Otra
vez, José tomaba apuntes, Luis filmaba; Víctor narraba y Yo, recorría cada
espacio con linterna en mano, profundizándome en la caverna. Derrumbes de
piedras, habían sellado el agujero que
conectaba hacia la cueva, la cual se puede apreciar desde la carretera que va a Cajamarca. Su interior; en su
profundidad un aproximado de 50 metros y de altura en forma semicircular 40
metros, todo de roca firme y compacta.
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Desfiladeros Peligrosos |
En lo personal,
esta experiencia marcó en vida un hito importante de conocimiento y de placer.
No fue fácil llegar al lugar pero tampoco imposible. El lugar se mostró desde
su inicio agresivo, pero el espíritu aventurero estaba más desafiante, cuando
en cada paso encontraba indicios de desarrollo humano de un lejano tiempo. Los
pedazos de ollas y cantaros, nos daban un reflejo exacto de sus ceramios finos,
que se trabajaron en su población; piedras pulidas y ovaladas, las que fueron
utilizadas en los tallados, nos muestran cuán grande ha sido la sabiduría del
hombre andino. Las famosas pircas, que se van tejiendo entre piedra y piedra,
nos brindan las formas perfectas de sus habitantes. Y mucho más el interior de
sus cavernas, nos deja imaginar las mil formas por las que la naturaleza o la
mano del hombre, construyó estos recintos, que pueden haber servido de
albergues, refugios o zonas estratégicas para las prácticas de la guerra o de
la caza. Sus sñimbolos tallados sobre las piedras es una muestra de su calidad
cultural . La forma desafiante, que al mínimo error cometido en sus
desfiladeros, podrían hacer reposar nuestros cuerpos en más de 150 metros en
caída libre, la cual, no sería muy favorable para el equipo.
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Cerca los Cactus. |
Los cactus, la ortiga
de león y los espinos, siempre nos sorprendían con su bienvenida punzante. Las lagartijas sorprendían nuestra
concentración. Gualtacos, overos, bichayos y palosantos se mostraban agresivos
al sentir nuestra presencia invasora. La sinfónica del Jequetepeque, nos brindaba
en todo nuestro recorrido sonidos alentadores. Al Este se divisaban los
petroglificos de Yonán y al Oeste el Cerro Yonán y entre ellos soñadora, la Quebrada
Chausis.
El cronómetro
marcaba las doce del mediodía de un domingo de febrero. El sol muy vigilante, desde
lo alto, siempre estuvo pendiente de nuestros pasos, tanto él como nosotros,
juntos naturaleza y seres humanos revivíamos costumbres que se desarrollaron en
el lejano tiempo a orillas del Jequetepeque.
“Esto no es locura,
esto es aventura” A pesar del peligro extremo, el cansancio, la sed, los
calambres; el buen humor nunca abandonó a nuestro singular equipo y entre broma
y broma decían: “para venir a este lugar
hay que estar loco, más loco, que éste
loco”. _José aludido respondía, “suaveciiiiito
nomás…”
Percy Rojas Palomino
Administrador Tembladera Destino Turístico
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