“Si no peleas contra la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella”

miércoles, 27 de febrero de 2013

AVENTURA EN LAS CUEVAS DE YONÁN


José, Víctor y Percy
La mañana del 24 de febrero del 2013, se vestía de intensos rayos solares, el día se mostraba muy desafiante, pero la voluntad del espíritu aventurero que jugueteaba en el interior de cada uno de nosotros, nos incitaba ir en busca de lo desconocido. Luis Flores, José Yépez, Víctor Malca, Manuel Correa y Yo, emprendimos nuestra aventura con destino hacia las Cuevas de Yonán, un lugar enigmático, que para llegar a ellas, teníamos que caminar al filo de la muerte, entre abismos, montículos y laderas rocosas no muy amigables.
Danzaban las 8:30 de la mañana, ya listos, para dar el primer paso en tierras de los Cupisniques, José Yépez representante de la agencia de Viajes y Turismo Inti Qori, inició sus charlas preventivas, dónde advirtió a  nuestra experiencia de los peligros que se podrían presentar durante el recorrido. Una vez preparados, con equipaje en hombro, nuestro reportero gráfico de Tembperu, Luis Flores, con la lente de su cámara inicia la grabación de esta maravillosa experiencia.
José, Víctor, Manuel y Percy
Las Cuevas de Yonán, han sido el comentario de propios y extraños, muchos lo hacían cuándo pasaban por la carretera que conduce a la ciudad de Cajamarca; desde allí se puede divisar tres de estas cuevas. Sin embargo, pocos han sido los que se han atrevido a emprender un viaje al interior de ellas. Recuerdo la forma especial de algunos amigos ancianos del valle cuando relataban las mil y una anécdotas de este lugar, “…estaba cansado, me detuve cerca a los petroglíficos, mientras descansaba sobre las piedras, miré hacia las cuevas. ¡Era algo extraño! Por un instante pensé que estaba dormido y que estaba soñando. Increíble, era mediodía de un miércoles. En el interior de una de las cuevas brillaba intensamente una luz. Eso me lleno de mucho miedo y a la vez de mucha curiosidad…”. _Otro de ellos contaba: “…un perol de oro gigante se esconde en sus entrañas…”, “…siempre aparece una chica de cabellos rubios y ondulantes semidesnuda, y pasea durante la noche sobre el puente de fierro, ella sale de una de las cuevas y se dirige hacia el rio. Después, desaparece…”. Leyendas plasmadas en la memoria de muchas generaciones y que hasta entonces aun siguen siendo tema de conversación y una incógnita por revelar.
Cuevas de Yonán -Toma carretera a Cajamarca
Mientras la noticia de 1987, despertaba mucha curiosidad porque se tejían comentarios como “…en ese lugar hay muchos huacos, están colocados en andamios, y son muy bonitos…”. Los jóvenes de ese entonces decidieron emprender la primera expedición. El físico y sus habilidades eras sus mejores armas. Pero al llegar al lugar de los hechos se dieron con la sorpresa que todo lo que les habían contado era mentira, sin embargo sirvió como carnaza, y así emprenderlos en esta aventura. Pero igual, este viaje resultó ser  tan llamativo para que otras personas con espíritu aventurero, años después decidieran embarcarse en esta experiencia hacia lo desconocido. Personajes como Elvis Flores, Luis flores, Julio Plasencia, Martin Montoya, Auner Hoyos, José Yépez y otros, también desafiaron a la naturaleza y los peligros que demanda llegar a las Cuevas de Yonán. Recordemos el 14 de abril de 1995, esta expedición condujo a doce  jóvenes equipados de físico y conocimiento a perennizar esta hazaña y plasmarla en el primer documental.
Nosotros, mucho más motivados por las experiencias que van tejiendo nuestra historia, decidimos conocer este lugar enigmático y revelar algunas preguntas que aun son incógnitas de nuestros amigos del Valle. 
Asentamiento Indigena
Los diez primeros minutos nos premió con la visión panorámica de un asentamiento indígena, donde se aprecian vestigios notables plantados en las laderas de los cerros frente al puente de Yonán Viejo, que conduce hacia Trinidad. Esto es una muestra de cuán valioso viene a ser nuestra cultura. Su exquisitez patrimonial aún perdura ante las inclemencias de la naturaleza. El reflejo de sus vivencias se deja notar en cada piedra antepuesta, que formó este asentamiento de nuestros pasados. En ella, si dejamos que se recree nuestra imaginación, escucharemos el juguetear de los niños, la hamaca  y su vaivén colgante, los hombres labrando la tierra y sus mujeres celebrando sus actividades domésticas, haciendo tintinear el tiesto. Desde este lugar también podemos apreciar libremente las aguas del Jequetepeque, que en su curso van irrigando los sembríos de arrozales, árboles frutales y los famosos carrizales.
Puente a Trinidad en el Rio Jequetepeque
El viaje, cada vez más nos acercaba al azul, y mientras más avanzábamos, los peligros se agigantaban, pero eso no era impedimento para el equipo. Claro, nuestro amigo José correa hizo un alto. Se despidió. Y decidió retornar. Su objetivo, fue motivarnos, ya que él participó en la expedición del ‘95.

Reportero Luis Flores
José Yépez, trazaba el camino al compás de un silbido, haciendo más divertida la caminata. Víctor Malca, levantaba la mano y señalaba las lejanas montañas andinas, mientras nos relataba sus anécdotas aventureras plasmadas en ellas. Yo, escuchaba. Luis flores, Grababa. Y el viento impetuoso marcaba su espacio.

Primera Cueva
A las 10:20 de la mañana, de forma sorpresiva en lo personal, escuché decir a José ¡Hemos llegado!, ¡Ahí está! ¡Es la primera! _ Víctor y Luis, asombrados divisaron el lugar y juntos caminamos en dirección de esta caverna. Ya en ella, algunos signos negativos fluían, y eran notables cuando expresaba José que debemos tener mucho cuidado. Nada me detuvo, avance, recorrí cada espacio y me atreví a ingresar hasta las entrañas de este socavón. Mientras avanzaba, percibía en su espacio una energía fuerte, que se apoderaba de toda mi energía, pero aun persistente me profundice en ella, para saber cuál es el misterio que en ella se esconde. Coincidíamos en opiniones. Los murciélagos alborotados, buscaban un refugio más interior; nuestras plantas sentían un colchón suave, formado por estiércol de estos mamíferos. Humedad, vestigios rocosos en forma de goteros. Oscuridad. Huellas de animales se mostraban sobre el estiércol que podrían ser de puma. Piedras lizas y estriadas hacen una bóveda pétrea, en el interior de este collado. ¡Era la primera!. Un Robusto árbol, es el guardián.

Era la cuarta vez que Luis visitaba este lugar, pero aun así, podía ver en su rostro reflejo de emociones. Sus opiniones variantes a sus primeras visitas. Las coincidencias de algunas formas que aún conservaba la naturaleza, era una muestra exacta de sus observaciones, generando temas de una buena conversación. Mientras la lente de su cámara,  grababa todo el acontecimiento.
Víctor Malca, experimentado guía turístico conocido como Puka Inti (Sol Rojo), por su experiencia, nos recomendaba minuciosamente como internarnos en la cueva. Dónde pisar, que piedras no mover, y sobre todo mantener el estado de ánimo fuerte.
Tomando Apuntes
José, tomaba los apuntes respectivos. Hacía algunos cálculos de medición y ritualizaba en voz baja para alejar la energía negativa.
Muy asombrado, ya en el interior, con linterna en mano, iba hablando fuertemente de todo lo que apreciaba a mi paso, y así facilitar a José para que tome nota.
Fotografías innumerables iban plasmando éste misterioso lugar, la idea de todo el equipo es mostrar al mundo cuán maravilloso es nuestro Tembladera, y cuánta riqueza de gran importancia forma nuestro patrimonio Cultural.
Seguimos en nuestro recorrido y después de treinta minutos más, llegamos a la Cueva Principal, es increíble poder describirla. Reposé un momento sobre las rocas de su entorno. A mi lado un cactus, al cual Luis llamaba, “eras pequeñito…”. Nos detuvimos. Más fotografías, más apuntes, más mediciones, más cálculos, más comentarios. Ya sobre ella, José preparaba su espacio sagrado, para realizar un ritual, en el que ofrecía a los APUS el respecto, cuidado y preservación de sus espacios, a cambio de brindarnos el ingreso a su interior y así poder extraer toda la información necesaria. Cigarrillos Inka, Agua Florida, Aguardiante, Hoja de Coca y algunos caramelos eran los ingredientes sagrados que ofrecía José, al collado.
Preparando el Ritual
Segunda Cueva
Se inició el ritual, tal como lo practicaban nuestros antepasados del Perú Milenario. Se inició el rescate de una de sus más valiosas costumbres, dónde se imploraba a la naturaleza, a derramar el poder divino sobre su pueblo. Palabras que identificaban nuestro idioma ancestral, hacían eco profundo en la colina. Chacchando coca, bebiendo aguardiente, pulverizando agua florida, y fumando un cigarrillo; armábamos los ánimos, para después hacer nuestro ingreso una vez más hacia el interior de esta cueva madre. Nuestro descenso era impedido por arbustos espinosos, y las desprendidas piedras nos ponían en serios aprietos. El equipo de filmación se hacía pesado, los pies jugueteaban en el escabroso paso. Con pensamientos positivos y seguros de haber realizado un buen ritual, el cual nos protegería de toda adversidad, decidimos ingresar en ella. Otra vez, José tomaba apuntes, Luis filmaba; Víctor narraba y Yo, recorría cada espacio con linterna en mano, profundizándome en la caverna. Derrumbes de piedras, habían sellado  el agujero que conectaba hacia la cueva, la cual se puede apreciar desde la carretera  que va a Cajamarca. Su interior; en su profundidad un aproximado de 50 metros y de altura en forma semicircular 40 metros, todo de roca firme y compacta.
Desfiladeros Peligrosos
En lo personal, esta experiencia marcó en vida un hito importante de conocimiento y de placer. No fue fácil llegar al lugar pero tampoco imposible. El lugar se mostró desde su inicio agresivo, pero el espíritu aventurero estaba más desafiante, cuando en cada paso encontraba indicios de desarrollo humano de un lejano tiempo. Los pedazos de ollas y cantaros, nos daban un reflejo exacto de sus ceramios finos, que se trabajaron en su población; piedras pulidas y ovaladas, las que fueron utilizadas en los tallados, nos muestran cuán grande ha sido la sabiduría del hombre andino. Las famosas pircas, que se van tejiendo entre piedra y piedra, nos brindan las formas perfectas de sus habitantes. Y mucho más el interior de sus cavernas, nos deja imaginar las mil formas por las que la naturaleza o la mano del hombre, construyó estos recintos, que pueden haber servido de albergues, refugios o zonas estratégicas para las prácticas de la guerra o de la caza. Sus sñimbolos tallados sobre las piedras es una muestra de su calidad cultural . La forma desafiante, que al mínimo error cometido en sus desfiladeros, podrían hacer reposar nuestros cuerpos en más de 150 metros en caída libre, la cual, no sería muy favorable para el equipo.
Cerca los Cactus.
Los cactus, la ortiga de león y los espinos, siempre nos sorprendían con su bienvenida punzante.  Las lagartijas sorprendían nuestra concentración. Gualtacos, overos, bichayos y palosantos se mostraban agresivos al sentir nuestra presencia invasora. La sinfónica del Jequetepeque, nos brindaba en todo nuestro recorrido sonidos alentadores. Al Este se divisaban los petroglificos de Yonán y al Oeste el Cerro Yonán y entre ellos soñadora, la Quebrada Chausis.
El cronómetro marcaba las doce del mediodía de un domingo de febrero. El sol muy vigilante, desde lo alto, siempre estuvo pendiente de nuestros pasos, tanto él como nosotros, juntos naturaleza y seres humanos revivíamos costumbres que se desarrollaron en el lejano tiempo a orillas del Jequetepeque.
“Esto no es locura, esto es aventura” A pesar del peligro extremo, el cansancio, la sed, los calambres; el buen humor nunca abandonó a nuestro singular equipo y entre broma y broma decían: “para venir a este lugar hay que estar loco,  más loco, que éste loco”. _José aludido respondía, “suaveciiiiito nomás…”

Percy Rojas Palomino
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